lunes, 30 de mayo de 2016

El Imperio Germánico y los países centrales en la Baja Edad Media

El Imperio Germánico se caracterizaba en la Baja Edad Media por una crisis de influencia de cara a Europa, su feudalización (renuncia del emperador a levantar castillos, a dar centros municipales en las ciudades, a exigir impuestos a los dominios eclesiásticos, a enviar funcionarios para supervisar más a los dominios...), la formación de principados (las señorías territoriales se convierten en soberanías territoriales: los príncipes podían legislar, gozar de los monopolios, minas y salinas, imponer y recaudar impuestos...[señorío feudal]), los emperadores no disponen más que de un ejército en sus dominios, las señorías territoriales (el señor tenía derecho a cobrar rendas en estos territorios), recursos impositivos a disposición de los emperadores (el rey de Bohemia cobraba 13000 florines y el de Francia dos millones), importancia de los principados (divididos en superior [duques] e inferiores [condes], en un total de 40 laicos ), la importancia del cargo de emperador (electivo, a diferencia de los principados [heredables])...

Una de las cosas que más caracterizó al Imperio Germánico fue su intención de unirse con Italia, en lo que caben a destacar una serie de puntos:


  • Federico II fue rey de Sicilia (1197-1220) y emperador (1220-1250). Su receptor fue un Papa, pero en su reinado estaba enemistado con un Papa.

  • Se inicia un conflicto con el papado y con los aliados (güelfos) debido a la negativa de Federico II  a abdicar la corona de Sicilia (feudo papal), juramento de su hijo Enrique como sucesor de Sicilia y Alemania. A partir de aquí, empiezan los enfrentamientos entre Enrique y Federico II (Enrique apoya la Liga Lombarda, enemiga de Federico II), pero Enrique muere en 1242.

  • Italia se organiza en un legado y cinco vicarios.

  • El Papa y la Liga Lombarda se oponen a la unión con Alemania (en Italia había poderes que no estaban a favor de la unificación alemana porque tendrían que someterse a su poder)


Sin embargo, se consigue la estabilización alemana en el siglo XV mediante varias iniciativas: El Concilio de Constanza fue bastante útil (1414), se prohibieron las guerras privada, los emperadores defienden nuevas políticas (ampliación del patrimonio, Federico III renuncia a sus derechos sobre Italia a cambio de dinero), se establecen dinastías de emperadores como el Archiducado de Austria, establecimiento de una paz perpetua, creaciones de impuestos (fracasó), creación de nuevos tribunales...




En cuanto a los países centrales (Polonia, Bohemia, Hungría, Bulgaria) encontramos influencias exteriores que sirvieron para su progreso político (órdenes militares, colonizaciones, la Hansa, mongoles, turcos...), los estados eslavos y magiares fueron los que más evolucionaron respecto en política e independencia, se articulan las federaciones frágiles de estados, Polonia se asocia a Hungría y luego a Lituania, Hungría se une posteriormente a Bohemia, se llevan a cabo luchas contra el Orden Teutónico (Batalla de Tamenberg, 1410), se ceden Sanogitia y Pomerania oriental a Polonia; además también luchan contra los turcos, llevando a la desaparición de Serbia y Bulgaria.




Respecto a los estados escandinavos, encontramos la problemática del choque entre la expansión de la Hansa (red de ciudades, factorías y establecimientos; controlan los intercambios de productos y conectaba los países que la formaban), la expansión de la Orden Teutónica y las expansiones de Suecia y Dinamarca... Se llevan a cabo conflictos ya que algunos reyes quieren hacer pagar a la Hansa por pasar por el estrecho de Sund en 1370; a lo que los países escandinavos responden intentando llevar a cabo una unión (a lo que se suma la presión germánica), también se lleva a cabo la Unión de Kalmar (Suecia estaba en contra).

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